Enrique Escobedo
Un tema muy comentado en política es el de las amistades, pues hay dichos populares que dicen “En la política se hacen amigos de mentiras y enemigos de verdad” la cual se explica por sí misma. Otra dice “Los presidentes no tienen amigos” expresión que requiere de cierto análisis histórico. Veamos, el general Lázaro Cárdenas sentía por el general y secretario de Economía nacional Francisco Múgica y sin embargo no lo designó su sucesor y se inclinó por el general Manuel Ávila Camacho porque en las reflexiones políticas de Cárdenas el país requería, en esos momentos, que el Presidente de la Republica fuese un hombre moderado. El caso contrario lo encontramos en Enrique peña Nieto quien insistió en mantener en su gabinete a Miranda, su compadre, no obstante sus imprudencias y desaseos administrativos. En otras palabras, Cárdenas si cumplió con la máxima arriba enunciada, en tanto Peña la omitió.
Otra expresión dice que “Los equipos políticos se hacen con amigos y no se pueden llegar a ocupar cargos de responsabilidad administrativa sin amistades probadas en el campo profesional”, lo cual se demuestra cuando llega un nuevo Jefe del Poder Ejecutivo y designa secretarios, a casi todos los subsecretarios, oficiales mayores o equivalentes, titulares de las entidades públicas y hasta algunos gobernadores, senadores y diputados. Por su parte, los secretarios nombran a algunos subsecretarios y directores generales con la anuencia del Presidente de la República y los directores generales a sus directores, subdirectores y jefes de departamento, mediante un proceso tortuoso de esquivar las reglas de operación del servicio profesional de carrera, porque lo importante es “el equipo”.
Lo anterior se debe, en buena medida, a que en México la desconfianza es un factor sociológico muy marcado y por lo mismo se desconfía del Servicio Civil de Carrera, así como de aquellos servidores públicos que no son parte del equipo, de ahí que la Administración Pública se visualiza como un botín o como un escenario de cargos que deben ser ocupados con amigos probados, leales al equipo y, sobre todo, al líder del mismo. Consecuentemente, cuando es un equipo en ascenso y va ganando posiciones políticas y administrativas recurren a otra frase “No pongas todos los huevos en la misma canasta” lo cual se traduce en que los amigos ocupen cargos significativos en diversas dependencias y entidades del andamiaje burocrático.
Lo interesante de lo anterior es que las reglas arriba expresadas han sido aplicadas por absolutamente todos los partidos políticos cuando llegan al poder; ninguno se salva. No hay excepción. Aquí no hay diferencias. Todos actúan de la misma manera en nombre de la ideología, los principios y valores de los respectivos partidos. Pues sucede que en México la Administración Pública es un asunto de políticos; entonces, cuando los partidos son oposición califican y acusan de “Gobernar mediante el amiguismo”. Sin embargo cuando ganan el poder argumentan la importancia y necesidad de gobernar con el equipo (léase los amigos) y esgrimen que se trata de servidores públicos probados, de plena confianza y que, en su caso, es mejor la honestidad a la eficacia.
Política y amiguismo es un binomio inseparable en el Sistema Político Mexicano y hasta el momento, en ese rubro, nada ha cambiado desde que gobernó Álvaro Obregón.