Rafael Lulet / @Rafael.Lulet
Quien conozca la historia del presidente de los Estados Unidos, sabrá que existe en él dos personajes, uno: la persona quien tiene una vida millonaria normal con sus errores, así como sus virtudes, la segunda el personaje de televisión el cual, como figura pública, tiene dentro de sus características el desafiar sin medida a su paso, con frases irónicas, egocéntricas, además cruel, despiadado sin moralidad, sin cargo de conciencia entre otros aspectos el cual podría tener cualquier sociópata.
Testigos confirman esa doble personalidad de Donald Trump, desconcertante para aquellos quienes les ha tocado tratar con él de esa manera, porque así lo afirman: el verdadero “yo” de Trump, es una persona coherente, consiente de la situación y ecuánime, pero cuando se pone la careta del personaje público se vuelve otro totalmente diferente, como cualquier actor o payaso quien entra a escena y protagoniza su actuación, ese showman es el que realmente gobierna uno de los países más poderosos del mundo, y gracias a esa caracterización llegó a la presidencia de los Estados Unidos, con eso se demuestra lo plausible de las sociedades aún en estas épocas ante el pan y el circo.
El mundo se ha detenido por la pandemia y la preocupación aparente es detener el avance del COVID-19, sin embargo en los Estados Unidos hay una pugna pendiente el cual se debe de concretar en noviembre, esta situación le ha dado una ventaja al hoy presidente de esa nación quien busca su reelección contra un candidato demócrata como lo es Joe Biden, pero ¿por qué tiene ventaja Trump?, debido a la emergencia mundial, toda actividad se encuentra en suspenso incluyendo la electoral, sin embargo las cámaras enfocan sin problemas al presidente ese país cada vez que se lo requiere para dar un anuncio sobre cómo va la situación o las acciones a seguir para combatir la enfermedad, disminuyendo los ataques de una prensa cuestionadora como lo han sido: New York Time, Washington Post, entre otros quienes las confrontaciones han sido muy ríspidas; los norteamericanos ante un acontecimiento de esta índole se han concentrado solo en salir abantes.
La caída del petróleo ha sido para el país vecino un descalabro terrible, y es que después de ser desde hace años el primer productor petrolero a nivel mundial por encima de los árabes así como tenerse proyectado una autosuficiencia energética para el 2035, ahora con esto, se les cambia el panorama y al igual en el entorno económico tanto macro como micro, el franking, un procedimiento de extracción controversial y dañina para el medio ambiente los colocó en esa posición, sin embargo el costo de inversión es de 25 a 30 dólares por barril muy buenos contra algunos países quienes tiene este recurso natural casi a la mano como lo es Venezuela, Brasil, Libia o el mismo México, posesionándolos en un precio competitivo, pero sus rivales han puesto estrategias para sucumbirlos.
Vimos el pasado 20 de abril que el West Texas, cayó por los suelos en un llamado “lunes negro”, pegándole hasta la mezcla mexicana el cual se posicionó en números negativos y no era de extrañarse debido a encontrarse siempre por debajo de los 4 dólares del WTI; la recuperación se ha dado pero de manera lenta y se espera una estabilidad hasta finales de año, sin embargo la restauración petrolera así como la del COVID-19 en los Estados Unidos si llegase a dar de forma positiva colocaría sin preámbulos por cuatro años más a Donald Trump quien veremos en los próximos meses todo tipo de espectáculos, disparates y acusaciones a diestra y siniestra de este personaje con el fin de lograr su objetivo: el retorno a la Casa Blanca.