Rafael Lulet / @rafael.lulet

La apertura comercial del confinamiento por la pandemia del COVID-19 fue llevada a cabo a partir del día primero de este mes, ya desde la mañanera del pasado viernes se había mostrado un mapa de la República Mexicana todo en rojo con excepción de Zacatecas, el cual estaba en naranja, sin embargo, a partir de esa declaración la gente empezó desde ese día a invadir las calles como si fuera una declaración de terminación de contagios, inclusive sin cubrebocas u otra protección.

Semanas antes cuando se había manejado dicha información sobre la apertura, la cual fue criticada porque el gobierno federal ponía en riesgo la vida de los mexicanos en vista de aún no tener controlado la crisis sanitaria del COVID-19, y además la lectura que se estaba dando hacia la nación era el de salir sin problema alguno, sumándole la amenaza de López Obrador por empezar una gira en todo el país dejando entre ver con este mensaje de ‘no pasar nada’; así es como arrancamos una nueva “normalidad”, a pesar de tener la semana pasada números de muertos por arriba de los 400 diarios y con más de 9 mil contagiados, observándose con ello el no tener realmente controlado dicha pandemia.

Es claro lo único importante para un gobierno con falta de experiencia para dirigir una nación, la popularidad de un presidente irresponsable a quien solo le importa su egocentrismo además de captar votos a su partido para el siguiente año, así como sobreponer la integridad de sus soberanos por la economía de los Estados Unidos y sus intereses de un candidato a la presidencia de ese país como lo es el actual dirigente Donald Trump, quien ha presionado desde el 18 de abril a los estados republicanos para dicha apertura comercial y social, a pesar de los más de 70 mil muertos y 1 millón y medio de contagiados sin tampoco tener nada en claro para controlar dicha amenaza sanitaria, pero de igual manera tiene la presión de las votaciones el próximo 3 de noviembre, esto puede resultar para el mandatario norteamericano un revés si no logra tener una disminución de muertos, porque allá sí, los ciudadanos no se callan a pesar de sus gobernantes.

Para López Obrador es claro que no le importa la integridad de las personas, falta de insumos en hospitales, insultos al personal médico, desacreditación a las instituciones internacionales, ataques contra periodistas quienes le cuestionan, y para acabar las descalificaciones contra científicos mexicanos por mencionar, quienes han criticado precisamente las medidas hechas al vapor y sin sustento médico decretando una apertura como la que se ha dado, con el riesgo de aumentar el número de contagios de manera exponencial y con ello duplicar los muertos de los picos de la semana pasada.

Para el gobierno federal lo único primordial es quedar bien con Donald Trump, sin importar la soberanía del país y la salud de los mexicanos, así como recuperar el terreno electoral perdido por las malas decisiones para afrontar la pandemia y la crisis económica ocasionada por sus malas estrategias las cuales se han venido arrastrando desde el año pasado con un nulo crecimiento de menos 0.1 por ciento y un mal manejo del PIB.

No cabe duda con las decisiones de un gobierno como el actual y ante la amenaza de contagiarnos con el virus en las calles y con la ignorancia de personas quienes solo esperaban un pretexto para salir y seguir con la rutina diaria dirigida por un mensaje gubernamental irresponsable de relajar toda precaución o medida sanitaria no nos queda más que decir: “sálvese quien pueda”.

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