Bernardo López 

El miércoles 6 de enero de 2021 fuimos testigos del colapso de un imperio, que se refleja de manera simbólica en la invasión del Capitolio de Estados Unidos, pero de una manera más profunda es la fractura que existe entre sus élites y grupos de poder, debido a que las instituciones de ese país no pudieron sacudirse los señalamientos de un presunto fraude electoral.

Las virtudes que se enarbolaban en las Cámaras de Representantes y del Senado de Estados Unidos: democracia, libertad, acceso a la justicia, libertad de expresión, se desmoronaron con la actitud de sus representantes, quienes tuvieron que salir huyendo ante la invasión de provocadores. A pesar de los esfuerzos del republicano Ted Cruz por salvaguardar la dignidad de las instituciones, el país de las libertades se tuvo que tragar sus propias palabras.

Otro evento que marca la caída de Estados Unidos es la nulificación de una voz en redes sociales: la del presidente de esa nación. Este tipo de actos solamente se pueden encontrar en países de corte autoritario, donde los disidentes son anulados hasta su extinción. Si eso le sucedió al presidente del otrora imperio, qué podemos esperar de los simples ciudadanos que buscan expresar sus ideas. Afortunadamente existen alternativas que soplan vientos de libertad, para contrarrestar a las redes sociales fascistas que bloquean la libertad de expresión de Donald Trump y miles de personas que lo apoyaron, principalmente ‘influencers’.

Los estadounidenses se encuentran desorganizados, divididos, con una falta de visión clara hacia donde tienen que caminar, además de vulnerables a los dictados de sus competidores chinos y rusos, que cuentan con una mejor organización política.

Estados Unidos ha quedado rezagado pues no cuenta con la supercomputadora cuántica más veloz, no ha desarrollado la tecnología 5G y 6G, tampoco lleva la vanguardia en armamento supersónico e hipersónico, además que todos los bienes que necesita para subsistir son fabricados en el extranjero.

El país vecino mantendrá su posición como superpotencia, pero ya no será un imperio, pues su sociedad se dedicó más a la especulación financiera y dejó de lado la ciencia, la educación, la creación de ingenieros y científicos.

Debemos estar atentos de las convulsiones que aún se manifestarán en Estados Unidos, pues la afectación será mayúscula para México, que podría padecer, además, un enfriamiento de las relaciones y hasta sanciones económicas por parte de los ganadores de la contienda por la Casa Blanca.