edro Flores

México es un país de tradiciones, leyendas, embrujos, pero también de maldiciones, una de ellas ha caído sobre todo los presidentes de apellido López, mismos que casualmente han muerto en condiciones lamentables, víctimas de enfermedades lastimosas e incurables.

Iniciaremos con Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón, mejor conocido simplemente por Antonio López de Santa Ana, pícaro jarocho, nacido en Lebrón Xalapa un 21 de febrero de 1794 y fallecido en pleno centro de la CDMX el 21 de junio de 1861. Fue el primero en padecer una paranoia de poder, cuyas características principales son, según los especialistas en un delirio de grandeza al grado que se le llamó “Su Alteza Serenísima”, con delirios de persecución, al señalar que siempre había complots en su contra para quitarle el poder.

Este político que alguna vez fue gobernador de Yucatán, durante su carrera, que lo llevó a ocupar 6 veces la presidencia de la República, fue considerado un político ambiguo por participar en partidos contrarios, ya fuera con realistas, monárquicos, republicanos, unitarios, federales, liberales, siempre interpretaba a su manera las ideologías, en ese tiempo no había PRI, PRD ni Morena.

Durante sus mandatos hubo hechos y declaraciones “sui géneris”, ya que en un intento por gravar progresivamente la riqueza a los “fifís” de esa época y beneficiar a las clases menesterosas, implemento en 1853 impuestos a puertas, ventanas, perros, caballos y carros, ahora se habla de hacer lo mismo con las mascotas y subir la tenencia.

La habilidad política de López de Santa Ana fue indiscutible, y pasó más a la historia por haber firmado el Tratado de Guadalupe Hidalgo, con el cual México perdió los estados de Alta California y Nuevo México (hoy California, Arizona, Nevada, Colorado, Utah y parte de Wyoming) a favor de los Estados Unidos, que se comprometió a pagar una indemnización de 15 millones de dólares a México, que nunca se supo a ciencia cierta si hubo tal liquidación.

Después de mil y un batallas, en donde una vez perdió una pierna, misma que mandó poner en un museo y de retorno de un exilio y de que su esposa contrataba actores para que fueran a rendirle honores, Santana muere de lo que hoy se conoce como alzhéimer, en su casa ubicada en la calle de Vergara (hoy calle de Bolívar) número 14, la noche del jueves del 21 de junio de 1876.

Simpatía, desarrollo y represión

De Adolfo López Mateos, se pueden decir muchas cosas, realizó obras de gran magnitud como fue la nacionalización de la industria eléctrica, creó el (ISSSTE), el Museo Nacional de Antropología y después de haber dejado la presidencia, López Mateos fue invitado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz para presidir el Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos en la ciudad de México, que se llevaron a cabo en 1968.

Hombre de gran carisma, por su afición a los deportes, fanático del Box, de las carreras de autos, mandaba cerrar el Anillo Periférico del DF para correr a toda velocidad su Maserati 500 GT o para realizar carreras con algunos de sus amigos entre ellos los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez con sus Jaguares XK-E, además de relacionarse con muchas estrellas del cine nacional.

Su imagen como uno de los mejores presidentes se mantiene hasta la fecha, a pesar de que, dentro de su mandato, se encarceló al líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo, reprimió a los maestros acusados de disolución social y asesinaron al líder campesino Rubén Jaramillo y su esposa el 22 de mayo de 1962

Los dolores de cabeza que empezó a sufrir desde finales de su mandato se agravaron, y lo mantuvieron en estado vegetativo mucho tiempo, el doctor neurocirujano James Leonard Poppen, de la Lahey Clinic en Boston, lo operó el 26 de noviembre de 1965, le diagnosticó 7 aneurismas. Murió a las 16:30 del lunes 22 de septiembre de 1969 en la Ciudad de México. Fue sepultado en el panteón Jardín de la Ciudad de México, luego sus restos fueron trasladados al Estado de México.

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