Enrique Escobedo

Los primeros renglones del articulo seis de nuestra Constitución Política sostienen que “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque la moral, la vida privada o los derechos de los terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público…”. Por su parte el artículo siete nos dice “Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares…” de ahí surge la importancia de decir, filmar y escribir con libertad si la concebimos como la conciencia de la necesidad y el ejercicio responsable del poder.

La libertad, para que sea libertad debe ser acotada, si no sería libertinaje. La democracia, para que sea democracia, debe ser acotada, si no sería asambleísmo y votaciones de un líder y un grupo amorfo de asistentes a una reunión. La importancia de entender y comprender que acotar significa el establecimiento de reglas de operación y acuerdos convencionales de convivencia armónica en la sociedad, no es pérdida de libertad.

La libertad de expresión y de prensa son inviolables y eso significa hablar y escribir con las aproximadamente 88 mil palabras que tiene nuestro idioma y así decir lo que deseamos. Eso significa que tenemos la opción de acotar nuestra libertad de manera tan extensa como queramos. Ser prudente y de manera libre autocensurarnos, así como ecualizar el tono de nuestras expresiones verbales y escritas es una decisión personal sustentada en juicios de valor y decisiones prudentes o imprudentes.

La censura, por su parte, es la intervención del gobierno cuando no está de acuerdo por razones políticas, ideológicas, morales, militares o religiosas con el contenido de un libro, un artículo, una película o los cometarios en radio de un periodista.  La práctica de la censura es unidimensional ya que el gobierno es quien decide lo que debe o no debe verse, leerse o escucharse. De ahí que esa visión la sustenta en valores subjetivos y relativos. La censura si es una clara manifestación en contra de las libertades constitucionalmente garantizadas.

La libertad de expresión, como ya dije, tiene límites, pero no los que el gobierno imponga, sino los que cada individuo, dentro de los convencionalismos sociales, defina y expanda. Empero existen gobiernos en el mundo que siguen insistiendo en recurrir a la vieja figura del censor como en la década de los años sesenta del año siglo pasado.

Cuando los gobiernos recurren a presionar a los dueños de las compañías radiodifusoras, periodísticas y cinematográficas y les ofrecen algún tipo de acuerdo mercantil, a fin de marginar a algún empleado, es clara la intención y la mano que mece la cuna, pero no es una censura directa, sino escondida. Luego entonces esa forma hipócrita de censura también existe, pero ya no es tan fácil demostrarla y solo queda la inferencia como método de análisis.

Afortunadamente hoy existen las redes sociales que, no obstante, sus anonimatos cobardes, tienen más ventajas que desventajas. Con ellas la censura no da lugar a interferir, ni coartar la libertad de expresión. De ahí la fortaleza y triunfo de la libertad sobre los gobiernos, pues éstos algún día acaban, pero no la libertad.

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