Enrique Escobedo

Nicolás Maquiavelo sostiene en su obra el Príncipe que “es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento”, lo cual es muy importante porque al leer la obra, se encuentran dos sentencias más vinculadas con el tema al que quiero llegar “el vulgo se deja seducir por la apariencia y el éxito” y la siguiente reza “todos ven lo que aparentas, pocos advierten lo que es eres”

No estoy seguro que muchos políticos hayan leído al florentino, pero muy probablemente sus asesores si lo han hecho y les han explicado acerca de la importancia de que el pueblo vea algo y no se percate de que detrás de los bastidores se esté ejecutando algo diferente. A eso se le llama crear cajas chinas o cortinas de humo.

Lo anterior lo traigo a colusión porque lo usual es que el presidente López Obrador marca, de alguna manera, la agenda del día en sus conferencias mañaneras y lo que circula son sus palabras y las fotografías de quienes lo acompañaron durante la mañana.

Luego entonces lo usual es analizar sus comentarios y hacer notar quienes estuvieron presentes. Pero resulta que, en ocasiones, eso no es lo importante y significativo. Me explico, las estadísticas nos muestran que es lo que quieren que veamos, pero no sabemos lo que ocurre con los temas de los cuales no se nos habla y lo que hacen los funcionarios que rara vez acuden al Palacio nacional.

Por ejemplo, el primer mandatario expresó su rechazo al manejo de categorías económicas tales como al Producto Interno Bruto (PIB); muchos analistas criticaron el desdén presidencial a la economía y gran parte de los medios de comunicación se concentraron en esa noticia.

Lo cual debe haber puesto de buen humor al presidente de la República, pues en otro lado del país en regiones pobres, su gobierno mantiene en operación sus programas electorales, tales como la distribución de despensas, agua y otros bienes socialmente necesarios a través de esos 19 o 20 mil jóvenes incansables y uniformados con el lema “Servidores de la Nación”.

Si esos muchachos y muchachas que levantaron el censo a fin de entregar los apoyos económicos de los programas sociales del gobierno, ahora -sin que su creación y salarios hasta donde se sabe esté fundamentada y motivada jurídicamente- se dedican a distribuir paquetes con despensas, agua y otros enceres. Esos jóvenes no están en la nómina de la Secretaría de Bienestar, sino en la Coordinación Nacional de Programas para el Desarrollo adscrita a la Presidencia de la República y no es claro quién es el organizador de esas brigadas.

Los brigadistas no conocen la cuarentena, el resto de la burocracia sí. Son trabajadores y realizan sus funciones eficazmente. De ahí una explicación acerca de las simpatías populares que tiene el actual gobierno. También de ahí que la campaña política del próximo año ya la inició el partido en el poder. Es un trabajo social que enmascara lo electoral. Es un trabajo digno y nadie los acusa. Es un trabajo encubierto y los beneficiarios no los van a denunciar.

No cabe duda, mientras la discusión sea si debemos mantener o no el PIB en las cuentas nacionales, la marea de los jóvenes del programa sigue creciendo y entrega los paquetes a nombre del presidente de la República.

Pocos ven el trabajo discreto y eficaz de esos jóvenes. Los escépticos me pedirán pruebas y no, no las tengo porque no los fotografié. Pero ahí están ellos, existen, pero no los vemos. Hace 500 años Maquiavelo escribió el Príncipe y las frases con las cuales empecé este artículo siguen vigentes.

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