Víctor Gutiérrez Juárez
Actualmente tenemos noticias de que huracanes, ondas gélidas y calor extremo, se presentan con una fuerza mucho más destructivas que en el pasado. Escuchamos a expertos ambientales culpar al “efecto invernadero” sobre las consecuencias que ya trae a nuestro planeta y a los seres vivos.
– El efecto invernadero es el calentamiento natural de la tierra. La energía solar atraviesa la atmósfera. Parte de ella es absorbida por la superficie y otra parte es reflejada. Una parte de la radiación reflejada es retenida por los gases de efecto invernadero y la otra la devuelve al espacio. La quema de combustibles, la deforestación, la ganadería, etc. incrementan la cantidad de gases de efecto invernadero, esto hace que la atmósfera retenga más calor y aumente la temperatura en la tierra –
Las consecuencias del cambio climático se empiezan a notar en impactos negativos en ecosistemas, agua y océanos, agricultura, salud, etc. Los líderes en todos los sectores productivos ven grandes dilemas al instaurar este cambio de paradigma, por qué saben que impactará en su reputación, en su toma de decisiones, en sus operaciones y hasta la difícil tarea que representa adherirse a temas regulatorios y legales.
México siendo un país con una riqueza natural propia de sus diversos climas, debe apuntar al compromiso de una gestión responsable que busque el equilibrio entre el desarrollo social, medio ambiental y económico, es decir, lograr muy seriamente y de manera imperativa la relación sociedad – entorno. ¿Por qué digo imperativa?
En la actualización de la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), se estimó que México emitió 804 millones de toneladas de bióxido de carbono equivalente (MtCO2e) de Gases de Efecto Invernadero en 2020, que representaron cerca del 1.3% de las emisiones globales. Habría que esperar la estimación final que considere de forma íntegra los efectos de la pandemia por COVID-19. Como signatario del Acuerdo de París, México se compromete a reducir en un 22% para 2030 sus Gases de Efecto Invernadero, en el caso no condicionado.
La importancia de exigir un sistema de mediciones de gases de efecto invernadero hace que todos los sectores proporcionen sus emisiones de CO2 para cada una de sus actividades de acuerdo al “Green House Gas Protocol”. Este protocolo incluye una metodología, que afortunadamente, en muchos países desarrollados y en vías de desarrollo empieza a ser una exigencia de cumplimiento y no solo de buenos deseos, en México es urgente cumplirla.
Las emisiones son medidas en tres alcances, que pueden estar incluidos en acuerdos de responsabilidad social para todo tipo de organización y que son la base para establecer contratos con enfoque sustentable, estos alcances son:
Alcance 1: Fuentes de emisiones directas. Son emisiones procedentes de la combustión (calderas, hornos, gasolinas, diésel, gas LP, gas natural, grasa y lubricantes)
Alcance 2: Emisiones indirectas. Asociadas al consumo de energía eléctrica y térmica (vapor).
Alcance 3: Otras fuentes. Son consecuencia de las actividades de la empresa como viajes de trabajo, desplazamientos del personal a su puesto de trabajo, pérdidas en transporte y distribución de la energía eléctrica consumida.