Aleinad Mina
“El pop art desea, sin ilusión alguna, hacer que las cosas hablen por sí mismas” afirmó Andy Warhol en su libro Mi filosofía de A a B y de B a A. El artista más pop, plástico, artificial y repetitivo, brilló como oro en el mercado del arte. Más que artista visual, hizo de su obra y su personalidad la expresión fidedigna de su contexto social, pues encarnó la idealización de la producción en masa y su sociedad de consumo, que emergió en Estados Unidos en la década de 1960.
Si Warhol viviera hoy tendría su propio reality show, sería cliente frecuente en Starbucks, todos los días crearía contenido en Tik Tok, tendría el iPhone más reciente para tomarse selfies en plazas comerciales, haciendo actividades intrascendentes o fotografiando su comida para subirla a sus redes sociales. Sólo que, a diferencia de los Influencers, él se asumiría como un artista, o quizá como el artista Influencer de la banalidad. Tendría sin dudas los mejores sponsors, una jugosa cuenta bancaria y sería el rey de los likes.
Algunos críticos de arte asumen que Warhol fue un visionario porque creía que “En el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos. Todo el mundo debería tener derecho a quince minutos de gloria”. Pero lo cierto es que, ya en los años sesentas había más acceso a los medios de comunicación, eso le permitió a él obtener la gloria artística, pues pasó de no tener ningún estatus social a ser uno de los artistas más influyentes de la cultura Pop del siglo XX. Más que visionario podemos decir que la figura de Warhol es la moda que no ha pasado de moda.
El arte pop de la década de 1960 en Estados Unidos, se inspiró en lo sofisticado de la publicidad comercial; en aquellos tiempos la publicidad estadounidense impulsó una manera de consumir más democráticamente, llevando sus productos comerciales a todos los rincones posibles. Nuestro artista polifacético del Pop Art tomó la condición mercantil como un componente fundamental de su estilo de vida y su obra, así, la televisión, las estrellas de Hollywood, las mercancías, los anuncios publicitarios, fueron los contenidos estéticos de la vida cotidiana al estilo de Warhol.
¿Podrá ser su figura una crítica a la industria del consumo?, con respecto a esto menciona Warhol: “Si quieres saber todo sobre Andy Warhol, basta con ver mis pinturas y películas y allí estoy. No hay nada más.” Al tomar el discurso comercial de manera literal queda en evidencia que no considera el estándar comercial del arte como algo peyorativo, esto es que el arte no es contemplativo ni político sino comercial, sus obras por tanto son sinónimo de estatus social, gusto kitsch y mucho Pop; esto lo posiciona como uno de los artistas más cotizados de las vanguardias. Una obra tan colorida como la de Warhol seguirá capturando la atención del espectador, aunque sea juzgada de cursi, trivial y repetitiva.
Warhol se dedicó al arte comercial, estuvo rodeado de celebridades. Su carrera inició como ilustrador de revistas entre las que destacan Vogue, Glamour, Seventeen y Harper’s Bazar. Fue un artista de una obra muy prolífica, hizo cine, escultura, música, dibujos, pintura. La cultura para las masas tuvo que ser de una técnica mecánica que le permitiera reproducir de manera más práctica su obra, así que se inclinó por la serigrafía.
Entre sus obras más representativas se encuentra la serie de Latas de sopa Campbell, también conocida como 32 latas de sopa Campbell, sus botellas de Coca- Cola; sus series de celebridades Elvis Presley, Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor y Prince, entre muchos otros; y la de los dólares coloridos en serie.