Aleinad Mina

El paisaje urbano en tiempos de pandemia plasma una realidad carente de espectadores y de delito. Llegó el momento en que la humanidad entera fue expuesta por un minúsculo virus. Un organismo invisible se introducía en cada uno de nosotros para hacer evidente, de una vez por todas, las virtudes y monstruosidades que condicionan al ser humano.

En su origen el Post-Graffiti era una expresión ilícita, que transgredió la ley de la industria artística, pero hoy la estética urbana ha sido incluso un medio de publicidad para grandes monopolios. A pesar de la mercantilización, el Street Art es una resistencia, pues muchos artistas toman las calles para crear discursos visuales que denuncian los diversos problemas que acompañan a la sociedad.

Estamos viviendo una situación extraordinaria a nivel global y el arte en muchas de sus expresiones ha manifestado con música, pinturas, artes visuales y por supuesto en la literatura la experiencia que suscita esta pandemia. Los artistas urbanos no se quedaron confinados ante la urgencia de expresar sus impresiones interiores y nos regalaron paredes con imágenes que se quedarán grabadas en el imaginario de quienes vivimos este domingo interminable.

Entre las obras que han surgido en el mundo entero a partir de esta emergencia sanitaria, se encuentran el mural de Pony Wave en Los Ángeles, donde pinta una pareja besándose con cubrebocas; la creación del artista Eme Freethinker en Berlín, la cual representa a Gollum de El Señor de los anillos adorando un papel de baño; y en Varsovia se encuentra un mural de superhéroes admirando al personal médico.

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