Aleinad Mina
El pintor Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828) fue uno de los artistas más importantes en su tiempo. Su estilo es un clasicismo facetico pues se presenta como una transición del Rococó al Romanticismo, hasta colocarse en ser uno de los pioneros del Arte moderno. Incluso se considera precursor de las vanguardias que se sitúan en el siglo XX. Los grandes temas que representan sus obras marcan una línea que va del sentido de patria española y burguesa, pasando por temas religiosos y mitológicos, hasta llegar a la oscuridad mística de la brujería y el anticlericalismo. Es un artista fascinante, en esta ocasión vamos a revisar, principalmente sus obras más demandadas por los amantes del surrealismo.
Su pintura contrasta la representación entre lo deseable y lo horrible. Goya tenía una imaginación decantada hacia la oscuridad, la muerte, las poéticas sombrías y místicas, además de una consciencia con un escenario político y social, particularmente burgués de la España del siglo XVIII. Las pinturas que más causan fascinación —que también para su época fueron desafiantes por las ideas representadas— son aquellas que proyectan lo oculto de la civilización, brujas, muerte, temas mitológicos, anticlericalismo, todas las expresiones que desafían el orden y la razón y que contrastan demasiado con sus obras estilo Rococó. Su obra fue basta, pintó alrededor de setecientas pinturas, doscientos ochenta aguafuertes y unos mil dibujos, entre los temas burgueses, religiosos, mitológicos, costumbristas, y místicos. Goya desafió los cánones del gusto de su época, al darle vida en sus cuadros a la muerte, la brujería, las pesadillas, el horror, esto hizo que su obra destacara por su brillante oscuridad, frente al clasicismo característico de su época.
La oscuridad de Goya queda representada en distintas obras, en las que la muerte, la injusticia, lo profano marcan un estilo característico del artista. De esta línea, no hay un consenso que dé cuenta de los significados concretos que se expresan en las pinturas de Goya, ya que encontramos múltiples lecturas. Sin embargo, hay un acuerdo que valora que la obra de Goya se adelantó a la manera en que se entendía el mundo en aquella época, pues tiene representaciones que se relacionan directamente con la crítica de la modernidad y sus excesivos racionalismos. Esto da lugar a que sea considerado como un precursor del surrealismo, movimiento artístico que niega el imperio de la razón y sus códigos sociales. Sobre todo, encontramos esta idea condensada en la serie de grabados llamados Los caprichos.
La primera serie de grabados de Goya, Los caprichos (1799) tenía unos 80 grabados de agua fuerte y buril, en los que representa a la sociedad española de manera crítica e irónica. Esta serie la realizó cuando fue afectado por una grave enfermedad que lo dejó sordo. La primera mitad de la serie representa de manera satírica una crítica a los comportamientos racionales. La segunda parte hay un desprendimiento absoluto de la razón, mostrando toda clase de fantasías y visiones.
De esta serie nos parecen relevantes El sueño de la razón genera monstruos (1797), Goya escribe a pie de imagen: «El autor soñando. Su intento solo es desterrar vulgaridades perjudiciales, y perpetuar con esta obra de caprichos, el testimonio sólido de la verdad», en este Capricho aparece un hombre medio dormido rodeado de animales, murciélagos, búhos y felinos. Se inspira en la obra de Francisco Miguel Ángel de Quevedo, Sueños y discursos, y refiere a los sueños como un medio para criticar a la sociedad, ya que la civilización presentaba una serie de extravagancias y desequilibrios mentales que en las visiones se manifestaban. Y, además, en estos Caprichos encontramos la serie Brujerías o Sueños, en la que se representa el delirio acompañado de seres irreales y monstruosos, y la pesadilla de la cultura española entre brujas, demonios y seres malignos, que atormentan a las personas civilizadas de la modernidad.