Aleinad Mina 

Simone de Beauvoir nació el 9 de enero en una familia burguesa en la Francia de 1908. Su situación económica le facilitó el acceso a la cultura, tuvo una vida políticamente activa pues sostuvo una posición crítica ante los sistemas de dominación imperantes: el patriarcado y el capitalismo. Su libro titulado El segundo sexo, escrito entre 1948 y 1949, es considerado por muchos como la base teórico-filosófica para el feminismo de la tercera y cuarta ola. Es una autora muy estimada por su compromiso ético con los fines de la lucha feminista: la igualdad de género, consolidar la democracia y ejercer los derechos de las mujeres. La autora, reflexiona en esta obra sobre lo que significa ser mujer, ¿En qué consiste ser mujer? ¿Es algo con lo que se nace o es algo que se obtiene?, despliega cuáles han sido las justificaciones y los fundamentos de dicha categorización a lo largo de la historia.

Según la Encuesta Nacional Sobre el Uso del Tiempo (ENUT), realizada en octubre del año pasado, por el Inegi con el apoyo del Instituto Nacional de las Mujeres, las mujeres trabajan 3 veces más en labores de casa que los hombres. Una mujer destina 30.8 horas a la semana para atender las labores del hogar, mientras que los hombres solo apoyan con 11.6 horas en promedio a dichas actividades. Este es uno de otros muchos factores que mantienen vigente la brecha salarial y la desigualdad en el desarrollo profesional de muchas mujeres.

En la última década, el estudio del feminismo ha cobrado gran interés; en tiempos de Simone era ya un tema expresamente explorado y estudiado por algunas intelectuales, aunque la autora reconocía que aún no había sido interiorizado socialmente y llevado a cabo en la materialidad. Aunque las mujeres comenzaban en el siglo XX a ser reconocidas en diferentes partes del mundo como sujetos políticos -esto es, como ciudadanas-, se les otorgaban derechos fundamentales como el voto, la educación y el oficio remunerado, e incluso comenzaban en ciertos países a debatirse temas como el aborto y los métodos anticonceptivos; seguían siendo tratadas, valoradas y juzgadas siempre a partir de su femineidad, un estereotipo “correcto” de ser mujer.

El problema que evidencia la (ENUT) es que en la actualidad siguen vigentes, aunque con ciertos matices, los problemas planteados por Simone de Beauvoir en su obra El segundo sexo. Ya que la práctica cotidiana, las costumbres y hábitos de lo privado siguen marcando una desigualdad social que tiene un evidente impacto en el marco público. Este hecho refleja que la identidad de género sigue posicionando a las mujeres como las encargadas de las labores del hogar, la maternidad y el cuidado de los niños, muestra que la igualdad de género sigue siendo un supuesto.

En palabras de la autora, “todo el mundo reconoce que en la especie humana hay hembras (…), sin embargo, se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa y amenazada que es la feminidad.”

La feminidad sucede cuando la mujer la realiza, por tanto, no es natural, sino impuesta por las condiciones materiales en que ésta se sitúa. Beauvoir repasa en los primeros capítulos, con un entendimiento contundente, los argumentos de la biología y del psicoanálisis para explicar la “condición femenina” y justificar la diferencia que deriva en su “inevitable y necesaria” opresión. Sucede que se naturalizan ciertos roles que despliegan de su función materna, como la crianza de los hijos, el papel de buena esposa o de educadora.

De ahí podemos ver una desigualdad en labores domésticas entre hombres y mujeres que se extiende a la brecha salarial pues el tiempo empleado en el hogar puede ser destinado para desarrollarse en otros ámbitos como el académico o el laboral.