“¿Y si este mundo fuera el infierno de otro planeta?
¿Y qué me dice del arte? Es una enfermedad
¿Y el amor? Una ilusión”.
Aldous Huxley
Aleinad Mina
La cultura ha sido una necesidad fundamental para el ser humano, ha estado relacionada con las prácticas que alimentan su espíritu, su alma y su mente. Las prácticas culturales son una vía imprescindible para la transformación del espíritu, además la creación y la reflexión son valores que están presentes en la cultura. Dichos valores nos hacen imaginar mundos posibles que desarticulan nuestra idea del mundo como inalterable. Una sociedad que alimenta su espíritu, que expresa su humanidad mediante el arte y la cultura, es una sociedad de libertad y democracia.
Históricamente el ámbito de la cultura no ha sido un tema de prioridad para el gobierno, la reducción de presupuesto ha dejado en condiciones precarias a las instituciones que se encargan de formar estrategias, programas y apoyos. La 4T desde 2019 con sus políticas de austeridad se sumó a la historia del recorte a dependencias culturales. La crisis cultural ha impactado tanto al personal de cultura, y artistas, como a su comunidad; con la paralización de las actividades culturales a causa del aislamiento social, se acentuó su precariedad.
El coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, Jorge Volpi, menciona que la cultura “Es un sector particularmente afectado, no solo en México sino en el mundo. La mayor parte de los espectáculos son en vivo y esa es su naturaleza, música, teatro, danza y artes visuales.” Así que se han reinventado las nuevas formas de cultura, que a través de la tecnología han encontrado un espacio para emerger mientras se regula la normalidad. Las consecuencias de la pandemia han traído estragos en distintos ámbitos, no sólo económicos, sino que se ha modificado la naturaleza de la forma en que nos relacionamos, y con esto se ha replanteando el horizonte artístico.
El arte y la cultura resisten y luchan buscando siempre el cambio social; la innovación del espíritu es la necesidad del artista. No se trata de entretenimiento o de un lujo como muchas veces se le ha considerado, es el medio de expresión para que el ser humano explore su libertad, su autonomía y su propio lenguaje. De hecho, dentro del campo de las humanidades se considera una práctica fundamental para combatir la desigualdad, forjar identidades y construir una vida de bienestar. Por eso es imprescindible recordar nuestros derechos culturales y preguntarnos: ¿Qué sería de nuestro mundo sin la cultura y el arte?