La pandemia del coronavirus ha puesto a prueba a todos los sistemas de salud del mundo. La velocidad de contagio se ha traducido en un alto número de pacientes buscando atención médica al mismo tiempo, esto ha saturado los hospitales.
Las mismas escenas que vimos a principios de año en China, con miles de camas repletas de enfermos y personal médico exhausto atendiendo a los enfermos sin descanso, se repiten ahora en Italia, España, Gran Bretaña y Estados Unidos.
En México todavía no ha sido el caso. Pero estamos a tiempo para preparar la defensa contra la dura batalla que nos espera.
Según los médicos que están atendiendo esta emergencia, los adultos mayores de 60 años representan el sector con mayor riesgo ante este nuevo virus. A mayor edad, mayores son las consecuencias.
En nuestro país hay más de 13 millones de personas con 60 años o más, más de un millón viven en la capital.
La Ciudad de México tiene el mayor índice de envejecimiento de la República: 71 adultos mayores por cada 100 niños y jóvenes, contra una media nacional de 38 (INEGI, 2015). Por lo tanto, el golpe será muy duro.
Desde ya, podemos prever que el número de personas en la capital que van a requerir cuidados especiales de manera simultánea será muy alto y, por lo tanto, parece inevitable que el sistema público de salud se vea saturado.
Ante un escenario como este, es necesario que el Gobierno de la Ciudad realice un convenio, una subrogación, con los hospitales privados para que todos los pacientes de coronavirus puedan ser atendidos de manera universal, tanto para consulta como para hospitalización, con una cuota mínima de recuperación, no de ganancia.
Esto representaría una importante liberación para el sistema público de salud y permitiría atender la emergencia sanitaria de una manera más eficiente.
Es importante aprender de la experiencia internacional, porque la mayor crisis es no tener dónde mandar a los enfermos ni dónde atenderlos.
En Italia y en Reino Unido, hoteles enteros han sido puestos a disposición de los sistemas de salud y sus cuartos están siendo utilizados para albergar y atender a los pacientes.
Todos estamos en riesgo: Nadie es inmune a este virus. No hay vacuna y no hay tratamientos. Ante esta situación, las autoridades deben enfocar los recursos en proteger a los más vulnerables.
En momentos de crisis la prioridad de todos los actores sociales debe ser la misma: la salud de la gente.
Si todos los hospitales de la ciudad, públicos y privados, la posibilidad de paliar esta grave amenaza será fructífera.
De lo contrario la más injusta e inhumana forma de desigualdad, se hará manifiesta.