Víctor Hugo Islas Suárez
Este año ha dejado un “sin fin” de cambios en nuestras vidas, y en lo profesional el home office es uno de ellos. Es curioso que la adaptación en algunos sectores haya sido tan rápida, si tenemos en cuenta que no hace tanto era una utopía para muchas compañías que se negaban a la transformación digital y a la conciliación.
Justamente este modelo adoptado en muchas ocasiones a la fuerza o de mala manera ha generado hábitos intrusivos en los jefes menos preparados, pero hay ciertas soluciones, para ellos, aprender de liderazgo a distancia (o de liderazgo en sí), para ti, aprender a decir que no.
Hay empleadores que quieren controlar todo, todo el tiempo, hasta el más mínimo detalle, mermando tanto la confianza de los trabajadores como su eficiencia y es por ello que debemos detectar los hábitos tóxicos, aquí menciono algunos (de muchos).
Las rutinas más intrusivas: El más clásico es el de las llamadas y mails fuera del horario laboral, como bien sabemos, uno de los peligros de trabajar desde casa es que se confunden ciertas barreras, como la de los espacios (tu habitación se convierte en tu oficina), pero también la del tiempo, hay jefes que dicen que ahora que te ahorras el tiempo de traslado puedes trabajar más horas.
Hay jefes que se creen que el teletrabajo significa trabajar menos, o trabajar peor, y piensan que tienen derecho a ocupar tu descanso o tu ocio con una llamada de más o una tarea que ha surgido en el último momento (hay quienes ahora asignan tareas fuera del horario laboral). Lo ideal es que haya compromiso de los empleadores para que esto no suceda, pero hay otros gestos que inciden en problemas más importantes; la transgresión de la privacidad y la merma de la confianza, por ejemplo, jefes que obligan a sus empleados a enviar informes cada cierta hora con los avances del día, como si no fueran responsables y autónomos.
También está el truco de las videollamadas “permanente” con el fin de vigilar a los trabajadores, o incluso programas informáticos que permiten a los superiores acceder a sus webcams para ver qué están haciendo, lo que supone una violación en la intimidad.
Cómo solucionarlo: ¿Qué se puede hacer ante esto? Lo lógico es que, según pasen las semanas, las empresas se den cuenta de la brecha de esta transformación, y pongan ciertas medidas para enseñar sobre liderazgo a distancia (pero recordemos que la gente muchas veces no entiende y se vuelven peores) hay que concientizar sobre el abandono del presencialismo, y establecer dinámicas que, sin ser intrusivas, fomenten la escucha activa, la confianza y el diálogo entre los jefes y los empleados.
Si tu empresa es una de esas que han incorporado lo anterior, seguro que puedes charlar con tu jefe para modificar esos hábitos intrusivos, de no ser así, te recomiendo ir con cuidado, pero teniendo en cuenta el panorama laboral actual, es importante que si quieres que tus superiores cambien algo escojas el momento y el lugar adecuado para transmitirlo, por ejemplo, una reunión presencial.
Debes ser asertivo y no cortante, y no plantearlo como un “no voy a hacer esto”, sino como un “me preocupa que esto se convierta en usual” o “el horario y las labores que hablamos en un comienzo son estas”. Puede que esta transformación sea solo cuestión de tiempo, pero no permitas que se traspasen ciertas líneas rojas.