Víctor Hugo Islas Suárez
Esta ha sido una “regla” o “principio” generalmente aceptado por todas las empresas hasta no hace demasiado tiempo y siendo honestos aún lo es en muchos casos, la cuestión es que el mundo ya no es el que era, y el entorno competitivo que rodea las empresas aún lo es menos.
Las empresas y los individuos nos comportamos como si ese entorno fuera estático, como si pudiésemos controlar el futuro parecería que nuestro autonomismo es lo que nos puede llevar a una especie de somnolencia de la que despertaremos de repente, cuando ya haya poco que hacer porque nuestros competidores en productos y/o servicios similares o alternativos han ido avanzando y nos han sorprendido con la guardia baja, parafraseando a Groucho Marx, es una forma perfecta de avanzar “de victoria en victoria hasta la derrota final”.
Si bien es cierto que las rutinas son importantes en los procesos en tanto que aportan eficiencia si evitamos que el empleado caiga en la “ausencia mental” del trabajo que está realizando, y aún en este caso, es imprescindible someter esas rutinas a mejora continua para mantener la ventaja competitiva o, al menos, no incurrir en desventaja si nuestro negocio básico es el proceso. En otro caso, una buena solución puede ser la externalización, centrando todo nuestro esfuerzo en aquellas partes de la cadena en que aportamos realmente valor diferencial que aprecien nuestros clientes, y por el que están dispuestos a pagar.
La estrategia de océano azul, centrada en identificar espacios aún no competidos con alto valor que podamos cubrir con nuestro producto/servicio adaptado a necesidades tácitas o explícitas determinadas, es la mejor solución si tenemos las capacidades necesarias y la orientación adecuada solos o en colaboración con otros, frente a la más habitual de océano rojo consistente en insistir compitiendo en el mismo espacio, intentando mejorar los costes y haciendo soportar sobre el margen una parte importante de la cuota de mercado.
Por lo tanto, centrarnos en la innovación constante, en definir, diseñar, aplicar y comunicar nuevas formas de entender la actividad, es clave para mantenernos en primera línea, que es la única que ven los clientes. Apostar por el talento como elemento clave para competir, seguir moviéndonos, innovando, replanteando y ajustándonos a las nuevas tecnologías y hasta a las nuevas formas de pensar.