• Habrá problemas en transporte; el público se reduce y el privado también

Redacción IMPAR

Llegó la etapa tres de la pandemia; las restricciones se hacen mayores y algunos tendrán que decidir entre continuar trabajando, faltar o renunciar por el recorte a la movilidad.

Se trata de medidas que se antojan duras, pero hay que reconocerlo, son necesarias sobre todo por la falta de disciplina que muchos han mostrado con la tarea de la sana distancia y quedarse en casa. Habrá quienes se crean invulnerables y transgredan las disposiciones.

Pero lo más duro será sin duda, la restricción vehicular que obligará a no circular a los autos con cualquier tipo de holograma de acuerdo a su terminación.

Es obvio que muchos no podrán usar su coche para ir a trabajar donde se les requiera, como ocurre con cientos de trabajadores administrativos bajo el régimen de honorarios que laboran en distintas instituciones del gobierno o Congreso de la Ciudad de México, como son el Metro, la Consejería Jurídica (donde ya hubo fallecimientos) Obras Públicas, Medio Ambiente que sin ser esenciales son obligados a ir a laborar a oficinas bajo la amenaza de no renovarles contratos, aun si tienen alguna enfermedad que aumenta su riesgo de contagio.

Muchos de ellos, como los del Congreso, por ejemplo, tendrán que hacer fila para cobrar cheques en la caja ubicada en Gante esquina con 16 de septiembre y que luego deben cambiar o depositar en bancos con lo que arrostrarán doble riesgo de contagio.

Con la nueva disposición, deberán usar, si no tienen auto o si el número de placa les impide acudir a la caja, el transporte público con todo y sus reducciones. Y como las disposiciones aplican en toda la zona conurbada, quienes vivan en los municipios circundantes, se la verán negras para trasladarse a sus empleos en la Ciudad de México.

Habrá que asumir que quienes tengan ese tipo de problemas serán respaldados por los respectivos gobiernos para que no pierdan su chamba. Es un tema que deberá abordarse con urgencia.

Por lo demás, la reducción de estaciones de acceso al Metro, si bien podrá aumentar corridas, propiciará aglomeración en las que estén abiertas y sus andenes. Ojalá no resulte contraproducente, ya que con el “no circula” generalizado, aumentará la demanda.

Igual ocurre en el Estado de México; el problema será el transporte público y concesionado al que se obligará a operar a la mitad de capacidad de las unidades, con lo cual, seguramente habrá largas filas de espera y ahí, podría darse lo que se pretende evitar, los contagios.

Sin duda son medidas que están bien, pero hay cuestiones pendientes que deben resolverse para no acrecentar el caos, la tensión, pero, sobre todo, los riesgos de contagios.

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