La consecuencia de no pertenecer

a ningún partido será

que los molestaré a todos.

George Gordon Byron

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Estimado lector, gracias. En noviembre del 2006, López Obrador tomó protesta en el Zócalo de la Ciudad de México como “presidente legítimo” luego de que el IFE y los tribunales le dieron el triunfo a Felipe Calderón al que llamó “pelele” y “espurio”. En la plaza pública hicieron una consulta a mano alzada y por aclamación, según él, se ganó el cargo y la investidura legitima, claro que el numerito duró pocos meses y se fue diluyendo, eso sí, les pasaban la charola a trabajadores de Gobierno del Distrito Federal y a los legisladores para sostener el movimiento.

Entonces Andrés Manuel López Obrador apelaba a una investidura que se había confeccionado con la popularidad y no con la legalidad del ejercicio electoral, esa investidura le llegó hasta el 1 de diciembre del 2018 cuando en San Lázaro juró el cargo con la solemnidad que amerita el caso y sobre todo con la legitimidad de unas elecciones limpias y reconocidas por todos como no había sucedido en la historia, pero los dos descalabros anteriores en las urnas convirtieron a un presidente que supura odio y quiere venganza.

Todos los días desde la mañanera vemos a un personaje que se aleja de un estadista, le entra a la mentira, a señalar, a enjuiciar, estigmatizar y a ofender a diferentes sectores de la sociedad, se ha peleado con los papás de niños con cáncer, con científicos, periodistas, intelectuales, defiende a capa y espada a los que están bajo la sospecha de corrupción y pertenecen a su primer círculo, es decir hay una constante falta a su investidura presidencial, esa que se pone y quita a contentillo, la utiliza para martirizarse porque así conviene a sus intereses.

La ausencia del tabasqueño en la entrega de la medalla Belisario Domínguez es una muestra más de que quien desprecia y deshilacha el cargo es él y no los demás, no fue capaz de escuchar las críticas que se hacen todos los días a todas horas porque sabe que las cosas no van bien, no fue capaz de acudir para acompañar a su amiga de lucha de tantos años Ifigenia Martínez. Se lo dijo Porfirio Muñoz Ledo quien lamentó la ausencia de López y mencionó que la entrega de la presea es una “tradición republicana”.

López Obrador ha sido capaz de apachar a criminales y saludar a la mamá de “El Chapo” Guzmán, despreciar el diálogo con los que buscan a los desaparecidos, o con la agrupación de Javier Sicilia que por cuidar el cargo y no prestarse al escándalo, se ha dicho el más atacado después del presidente Madero, pero se deja secuestrar por un grupo de maestros en Chiapas y se presta para que inconformes irrumpan en un acto en Puebla que pareció un mal montaje de las producciones de su vocero.

Al día de hoy, López Obrador sigue muy lejos de cumplir su sueño, pasar a la historia como uno de los mejores presidentes que ha tenido el país, a veces usa la investidura y a veces no, según su humor político… Pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

En donde traen una fiesta es en la alcaldía Cuauhtémoc, los que manejaban Comunicación Social renunciaron a unas horas de que Sandra Cuevas tomó el cargo. Luego fue nombrado un cercano del equipo de redes y al final regresaron los primeros. ¿Por cuánto tiempo?

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Hasta la próxima.