Ivette Estrada
Los paquidermos blanqui-negros que simbolizan el peligro que no logramos descifrar en un primer momento representan al Covid-19 y sus catastróficos resultados sólo pueden paliarse con las sandalias aladas de Mercurio, el mítico dios griego.
Durante la nueva normalidad se multiplica la velocidad en la toma de acciones y decisiones empresariales. La comparación es la reducción de tres meses en la implementación de una gestión a un par de horas. La razón es darwiana: no sobreviven los más fuertes sino los más veloces para adaptarse al entorno.
Así, en una economía recesiva, existe una correlación directa entre la adopción de productos y servicios a las nuevas expectativas de mercado que marcan la diferencia de sobrevivencia y crecimiento organizacional.
Comienza entonces, en tiempo récord, la pelea por desvanecer burocracia y agilizar trámites a lo largo de toda la carrera de suministro. Esto implica cambios trascendentales en las organizaciones:
Organizaciones más planas y rápidas: La respuesta a la crisis y el trabajo remoto desencadenaron una decapada virtual al hacer que los flujos de comunicación y los procesos de negocio saltaran a través de varias capas de jerarquía, por ejemplo, conectando el centro corporativo directamente con la primera línea. Las decisiones en tiempo real implican además un proceso de empowerment en todas las líneas de negocio, Cada puesto de trabajo se vuelve crucial y decisivo para incrementar valores diferenciales en un mercado más exigente y restringido.
Equipos pequeños y ágiles: Las organizaciones comienzan a institucionalizar de manera más amplia la capacidad de lanzar y disolver equipos pequeños y ágiles para una rápida resolución de problemas y captura de oportunidades. Asimismo, aparecen los grupos de trabajo diversificados. La idea es que cada cédula de la organización sea capaz de generar resultados completos y se imponen las habilidades holísticas y multitask. Las competencias diversificadas y habilidades blandas como la capacidad de trabajar en equipo, negociación y empatía, cobran una inusual relevancia en la nueva normalidad.
Reasignación dinámica de recursos: Las empresas ahora desarrollan la capacidad de reasignar el talento dinámicamente a través de la conexión del talento crítico con el valor y a través de una redistribución más amplia de la fuerza de trabajo. La asignación de tareas se establece no en organigramas inamovibles sino en proyectos en los que se “rotan” constantemente acciones específicas. La permanencia laboral se establece en la capacidad de cada uno de sumar experiencias y soluciones. El personal branding está más vivo que nunca.
Robusta red. La crisis prueba y fortalece las relaciones con los clientes, proveedores, reguladores, líderes comunitarios, universitarios y otros. En esta era, la capacidad de sumar recursos y talentos se convierte en parte integral del día a día corporativo. La comunicación representa un activo muy importante en las empresas de todos los sectores económicos.
Liderazgo y preparación para el talento: Las organizaciones fortalecen sus capacidades de liderazgo en crisis y construyen su banco de talentos a través de la creación de habilidades críticas y la revitalización de la planificación de la sucesión. Se trabaja contra reloj para prever contingencias y generar respuestas que respondan a los cambios de mercado en tiempo real.
En resumen: frenar el paso destructor del rinoceronte gris implica “volar” contra el reloj.