Cambio de estrategia·

Urge al gobierno mexicano mayor  capacidad de maniobra financiera

 

Miguel A. Rocha Valencia

Me planté frente a la computadora y busqué un ángulo positivo en torno a lo que está sucediendo y no lo encontré. Intenté que pesara más la contención de una supuesta agresión arancelaria, a ponernos de rodillas frente a Estados Unidos, pero no lo pude justificar a pesar de saber que el actual gobierno como otros, tienen muy pocos argumentos para negociar frente al gran capital.

Encontré que tras ese problema existe un mar de corrupción, que algunas veces lenta y otras aceleradamente, caímos en el endeudamiento derivado de la ambición de las élites políticas importando muy poco a los actores de cada etapa lo que dejaban al que seguía.

Tanto que llegó el momento en que se consideró impagable la deuda pública interna y externa que hoy supera el 40 por ciento del PIB y oscila en los 10 billones 750 mil millones de pesos, de los cuáles, cerca de cuatro billones o sea algo así como 202 mil millones de dólares se deben al exterior.

Esta relación de deuda interna y externa, con un fondo de garantía por arriba de los 175 mil millones de dólares que son las reservas internacionales en Banxico, permite tener cierta estabilidad o equilibrio no obstante que el pago de capital e intereses gravita en el presupuesto de egresos en casi 500 mil millones de pesos anuales.

Eso da idea de cuál es la capacidad de autonomía del gobierno necesitado de recursos financieros, y si a eso agregamos que los existentes se desperdician, mal gastan o se “invierten” políticamente a fondo perdido, estamos peor.

Cabría la posibilidad de una reorientación de la política desde la secretaría de Hacienda y Banxico pero para eso se necesita talento y objetividad en el manejo de la cosa financiera.

De acuerdo con analistas consultados por Banxico podría dejarse en un carril la inversión privada en obras públicas concesionadas bajo el esquema de PPS, como ya se hace, y desde otro, el gobierno impulsar inversión en sectores estratégicos con recursos propios que hoy se desvían a programas que no reportan ningún beneficio a la economía.

Contravienen los que saben, la idea de regalar dinero sin que genere alguna actividad productiva, Se trata de invertir, no de gastar.

Precisan por ejemplo, que nada tiene por hacer el gobierno en proyectos de construcción aeroportuarios o petroleros, cuando podría invertir en producción como la reconversión de refinerías, en la petroquímica básica y terciaria, generando bienes de consumo industriales y agropecuarios que hoy se importan. Recuperar esa soberanía traería baja de precios e ingresos por vía distinta a la impositiva.

Si no fuera el caso, y para evitar la intromisión del gobierno en actividades propias de la iniciativa privada, la mejor inversión es pagar deuda para disminuir intereses

En suma, se trata de trabajar, ahorrar no para pastar sino pagar y mejorar el entorno macroeconómico que del país y su gobierno mayor capacidad de operación más allá de las cuestiones inmediatistas que se derivan precisamente de presiones internacionales que además, son costosas, como la contención de migración y combate al crimen, que se vuelven prioridades cuando al vecino le importa.

Porque será México quien pague a la Guardia Nacional que ahora ya tiene como prioridad detener migrantes, no dar seguridad a los mexicanos.

Es momento de la reflexión de recontar las alternativas del país; las debilidades y amenazas ya sabemos dónde están y en qué consisten; hay que aminorarlas con nuestras fortalezas.

 

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