• Miles de millones de dólares a la basura, está en quiebra y endeudada

Miguel A. Rocha Valencia

Cuando una empresa privada no gana, no es negocio y debe cerrar porque el siguiente paso será de pérdidas.

Así sucede con Pemex: no gana y si pierde, tan sólo en el primer trimestre de 2020, reportó pérdidas por 562 mil millones de pesos. Ni hablar de su deuda que se incrementó con los recientes cinco mil millones de dólares colocados en el extranjero y que, en caso de disminuir su nivel crediticio, podrían ser reclamables de inmediato en vez de los plazos de colocación que en promedio son 12 años.

No se olvide que, en el mismo período del año pasado, la paraestatal perdió 35.7 mil millones de pesos, “nada” si se compara con el trimestre de este año.

Pero independientemente de esas pérdidas y los créditos extranjeros, Pemex arrastra un pasivo de pensiones sin fondos que alcanzó para este año 34.8 por ciento para llegar a un estimado de 1.5 billones de pesos, es decir 77 mil 300 millones de dólares.

Expertos financieros como los del grupo FUNDEF, señalan que no existe empresa pública y privada que pueda sostener tal débito donde los principales actores son sus empleados, de los cuáles casi 160 mil son activos y ¡135 mil jubilados! Muchos de ellos llegan a percibir hasta un 300 por ciento más de lo que cobraban cuando laboraban.

Y es que si bien, la mayoría cobra entre 10 mil y 20 mil pesos al mes, hay muchos cuyas pensiones oscilan entre los 30 mil y 100 mil pesos mensuales. Eso a pesar de que diversas auditorías han encontrado irregularidades en casi el 14 por ciento del padrón, como el hecho de que muchos siguieran cobrando después de muertos.

El caso es que Pemex, por más dinero presupuestal que se le inyecte, está en bancarrota y empeorará luego de las pérdidas sufridas, la caída en los precios del petróleo, baja en el consumo doméstico de gasolinas y la insistencia de continuar con la reconversión tardía de las seis refinerías existentes y la construcción de la de Dos Bocas, que se “chupará” más de 300 mil millones de pesos, para finalmente perder si algún día se echa a caminar.

Es obvio que la paraestatal mexicana incrementó sus pérdidas por la convertibilidad del peso a dólares, y claro, máxime que su deuda entera está en moneda americana y que los bonos incluso los pagables con producción, entran directo al débito y no se difieren para cuando haya producto para amortizarlos como eran los viejos pidiregas que antes no entraban a la deuda programable.

Incide también la caída en las ventas y el precio de exportación, ya que, a pesar del aseguramiento, la baja fue por 284 mil millones de pesos.

Como sea, en Estados Unidos se frenó y bajo la producción de hidrocarburos y las refinerías están programando cierres parciales, tanto en la generación de petrolíferos como de gasolinas. De hecho, habrá cierres totales hasta en tanto no se regularice el consumo y el precio, lo cual podría tardar meses y con ello causar la quiebra de más de una.

La verdad es que el panorama de Pemex se ve muy oscuro y tal vez sería prudente que el Tlatoani de las mañaneras, aplazara el gasto en refinerías para mejores tiempos y precios de reconfiguración, construcción y operación, pero…

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