• Cuando en un barco el capitán es incapaz, le quitan el mando

Miguel A. Rocha Valencia

Atrás de los anuncios, tardíos, por cierto, de lo que hará el gobierno en la emergencia sanitaria y económica provocada por el COVID-19, está una lucha interna donde unos, los más, al fin pudieron convencer al presidente López de la gravedad de la pandemia.

A estas alturas, en que se debería estar aplicando la fase tres por la reproducción en miles de contagios, las medidas parecen corresponder a la fase uno, de eso no hay duda, pero más vale tarde que nunca. Los daños adicionales por no actuar a tiempo, los deberá asumir López Obrador, aunque intente culpar al neoliberalismo o a los conservadores.

Porque en el fondo de su conciencia -¿la tiene? -, López se siente impoluto, incapaz de pecar y menos, actuar mal contra su «amado pueblo».

En este momento, los especialistas calculan que los casos podrían estar arriba de los 20 mil simplemente porque hay un subregistro y por cada uno de los mil confirmados, hay 20 más contagiados, mínimo.

Pero eso son lamentaciones, lo que importa es actuar y seguramente en el gabinete de López, ya se integró un grupo «duro» con los que tienen algo de talento, que intentarán recomponer el camino. Eso es lo que se vio en la conferencia del lunes por la noche.

Es más, se afirma que entre ellos se comenta que a López le dejarán hacer lo que quiera, como ir a giras y enfermarse, pero la parte seria de la estrategia de gobierno, no estará en sus manos.

Incluso, Alfonso Romo, el de la oficina de la Presidencia, tendrá que esperar junto con Salinas Pliego en sus planes por reabrir la economía, pues ya saben que, con todo y Dos Bocas, el Tren Maya o Santa Lucía, México ya estaba en recesión, aunque eso no implicaba que sus negocios personales perdieran, especialmente el segundo a quien le toca dispersar los cerca de 250 mil millones que se regalan en programas clientelares de López.

Ni Carlos Slim, beneficiario -otra vez- de obra pública podrá meter mano, aunque se aportar dinero que, vía devolución de impuestos, recuperará.

Si así están las cosas, el tema está más grave del que confiesan. De por sí nos iba a golpear, pero la intensidad sería menor si se hubiesen adoptado con tiempo, las medidas que hoy se apresuran y apenas se ejecutarán. Lo bueno es que entra la disciplina militar.

Ojalá se imponga la razón sobre el servilismo. La vida de muchos mexicanos está en riesgo, algunos ya se fueron. Son la última línea de esperanza de este país ante los desvaríos, ocurrencias e ignorancia de quien encabeza legalmente al gobierno. En un barco, cuando el capitán es incapaz, le quitan el mando.

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