• López aparece videos, acusaciones y desaparece miles de millones de pesos

Miguel A. Rocha Valencia

Hace años, connotado periodista me dijo “no creas que los políticos son muy inteligentes. Su ventaja es que tienen poder”.

Tal aseveración se podría aplicar al jefe de la nueva mafia en el gobierno, quien en 20 meses nos demostró su incapacidad para gobernar y el único numerito que le sale bien, es el ejercicio unipersonal, tiránico del poder. Hace lo que le viene en gana, eso sí, con rencor y ánimo de venganza.

Pero, además, el actual inquilino de Palacio Nacional resultó mago y cada ocurrencia que tiene, se le cumple incluso si existan impedimentos legales para ello.

Así, borró inversiones por miles de millones dólares en diversas áreas de la economía nacional, destruyó instituciones, otras las cuestiona y casi las extingue, incrementó la deuda pública en billones, convirtió un catarrito en una enfermedad que lleva 60 mil muertos, pidió que apareciera un video y en horas se subió a las redes sociales; deseó se supiera la denuncia de Lozoya y se reveló y así por el estilo.

Bueno, hasta desapareció más de 700 mil millones presupuestales destinados a inversión y participaciones estatales, además de otros 300 mil millones del fondo de contingencias y al menos 250 mil millones de “ahorros” aplicados a la administración pública federal y su repercusión a las entidades federativas.

Además, como buen tlatoani, supo perdonar a sus adheridos y nuevos súbditos, librándolos de toda sombra de corrupción, incluso liberar narcotraficantes y protegerlos.

Su poder es tan grande que es capaz de llevar a la ruina a un país que en un tiempo no muy lejano fue considerado la doceava economía más importante ¡Del mundo!

Pero no sólo se trata de fabricar una ruina económica sino también en lo social, con mexicanos enfrentados, en salud con más de 800 mil muertos en un año, al que mucho “ayudan” los casi 60 mil (a la fecha) de COVID-19 y los casi 50 mil de la violencia criminal.

Y de sus promesas, sólo cumplió la de cancelar el mayor volumen de inversión privada en la historia del país y organizar los mayores escándalos colocando en el patíbulo de los acusados a todos su “enemigos” entre quienes están los que no piensan como él o lo critican.

Abre frentes por todos lados, con escándalos improbados. Se confronta con toda la clase política, con empresarios, mujeres, organizaciones sociales, quita medicamentos a enfermos, borra la inversión; reporta decenas de miles de millones de pesos de pérdidas en diversos proyectos entre los que están Pemex, incluyendo Dos Bocas.

Sobaja a los poderes de la Unión, con una Suprema Corte debilitada por sus mismos vicios y una mayoría en el Congreso compuesta de lacayos.

Ante este panorama le pregunté al mismo periodista a qué deberíamos temer más al SARS-CoV 2, o a López. La respuesta fue inmediata: al tabasqueño; lo primero, con la vacuna se detiene en menos de un año, pero al otro no y menos con una clase política desprestigiada que carece de unidad o estatura para verla como una alternativa.

En medio de todo, la única esperanza es que López continúe por el camino que va, unifique a más y más en su contra; los primeros esbozos de respuesta ya se están dando; la rebeldía de gobernadores y actores políticos “vacunados” es buena. Como que el Tlatoani no ha calculado la capacidad de los acusados exhibidos para actuar contra él.

Si es así, que continúe López con los escándalos. Para que se equivoque debe actuar, si no, pues ¡No!

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