- Ni un poco de lógica en el discurso de promesas de López Obrador
Miguel A. Rocha Valencia
¿Por qué miente López Obrador? Quien le sopla al oído las cifras fantásticas sobre economía debe ser el personaje más ignorante de su gabinete o tal vez, en su locuacidad él mismo inventa lo que en su imaginación deberían ser los datos adecuados en el «brillante» desempeño de su administración.
Tal vez lo peor, al margen de las ocurrencias y contra toda lógica económica de colocar a sus becarios como la fuerza que hará recuperarse y crecer a México, sea la imposible tarea de generar dos millones de empleos ¡en nueve meses!
Tarea imposible en el escenario «normal» en que nos encontrábamos hasta diciembre pasado cuando el país ya estaba en recesión y se perdían empleos todos los días, especialmente en la industria de la construcción, cuyo declive inició con la cancelación del NAIM.
La coyuntura no miente: cancelar las obras del Aeropuerto Internacional de Texcoco fue el parteaguas ya que no sólo nos dejó sin una terminal aérea de envergadura mundial, sino que, además, provocó la pérdida, dicen los que saben, de más de 500 mil millones de pesos, entre lo que se tiró a la basura, la devaluación temporal y las pérdidas de empresas.
Pero también se perdió credibilidad nacional e internacional. Los inversionistas se espantaron ante lo que este presidente era capaz de hacer para cumplir sus caprichos, y más, por la forma en que lo hacía, con encuestas o consultas a modo, ilegales y organizadas por él mismo.
Eso sin contar que el dinero de la cancelación se debe y se pagará con el TUA del AICM durante 30 años, con intereses. Y la inversión, se canceló.
Ahí inició su debacle la industria de la construcción, cuando para hacer obra, de albañiles pasamos a los militares con lo cual, los trabajos de Santa Lucía no han aportado casi nada a la reactivación sectorial.
Peor aún, el poco trabajo que hay se lo llevó al sureste, a Tabasco, mientras al centro lo dejó descubierto de obras, ya que incluso en la capital del país, con el mismo pretexto de la corrupción, se clausuraron trabajos multimillonarios.
Y si hace tres meses ya estaba la reconversión de las petroquímicas (en Salamanca no se ve actividad) la construcción de Dos Bocas, el aeropuerto en Santa Lucía los trabajos del Tren Maya y los inicios del transístmico ¿Por qué cerramos con pérdida de empleo y una contracción de la construcción de nueve meses y caída del sector de 16 por ciento?
No hay ningún trabajo nuevo, no hay inversionistas que apuesten a la Cuatro T, y los dineros internacionales, irán donde les den certeza. En México de plano no, al contrario, se están yendo porque ni siquiera en la deuda expedida por gobierno mexicano creen.
La tendencia se reformó con la cancelación del proyecto de cervecería en Baja California; eran mil 400 millones de pesos que generarían empleos e impuestos.
Es decir, no hay lógica (aunque sea mínima) en el discurso de López Obrador; fue como las promesas que hizo en campaña, incumplibles. Y cuando se acabe el dinero, empeñe las joyas de la familia y liquide lo liquidable como el Fondo de Estabilización y los fideicomisos ¿Qué va a pasar, nos va a quitar nuestros ahorros? Cuidado.
¡Gracias señor presidente!