- Y cuando ya no haya nada ¿Con qué los va a mantener?
Miguel A. Rocha Valencia
¿Con qué va a mantener López Obrador los programas sociales para 20 millones de clientes cuando ya no haya dinero en las arcas, fideicomisos, lo robado y lo que encuentre?
En estos momentos, el gobierno busca desesperadamente recursos, incluso violando la ley e inventando rifas para asegurar su ayuda a «los más pobres». No dará tregua a empresarios para que no deje de fluir dinero a las arcas, pero cuando estos quiebren o decidan retirarse, no habrá recursos fiscales para mantener esa política asistencialista.
Es decir, el presidente, en su obsesión de mantener una base clientelar, considerar que todos los que no son pobres, son rateros y corruptos, está matando a la gallina que pone huevos para mantener su política.
Pero cuando esa gallina exánime ya no ponga, no sólo van a sufrir sus abonados, sino otros 100 millones de mexicanos que dependen de la economía. Incluso, no habrá recursos para sostener de manera austera y republicana el aparato de gobierno.
Y entonces la seguridad hará agua, la salud naufragará, la educación se perderá y llegará la hora de decir ¡sálvese quien pueda!
Claro, siempre estará la opción de que sus aliados ricos, los de siempre, como Carlos Slim, le lancen un salvavidas, pero ¿A cambio de qué?
¿No serán acaso esos los zopilotes que vuelan para quedarse con las ruinas del país como lo han hecho en las últimas décadas con empresas, obras y parte del sector inmobiliario del centro Histórico?
Más aún ¿Seguirá regalando López el dinero de mexicanos a extranjeros con tal de que no traten de cruzar nuestro territorio rumbo a Estados Unidos?
El caso es que la situación del país, que López ya dividió cuando como jefe de Estado debió unirlo, se ve más caótica que hace unos meses como demuestra el 0.2 de no crecimiento y pérdida de empleos.
La verdad, quisiéramos estar equivocados, creer que hay un presidente consciente y que se están adoptando las medidas adecuadas, no frente a una situación de hecho que nos dejó sin crecer, sino ante una crisis de salud que está costando muertos y otra económica que matará empresas y empleo.
Claro el país no se acabará, pero ¿Cómo va a quedar luego de la pandemia? ¿Cuál será su futuro en unos meses? Nuestro hijos y nietos, que ya están, ¿Verán algo distinto al escenario de miedo que hoy tenemos?
Difícil decirlo. Lo único cierto es que no escuchamos, no vemos respuestas lógicas, económicas ni sanitarias o de seguridad que nos tranquilicen. En cambio, percibimos una obsesión, un divisionismo que se prohíja desde Palacio Nacional, donde todo se acomoda para acusar a otros de lo MALO y quedarse con lo bueno, si algo queda…