• Tlatoani unificó a una sociedad que lo rechazó en la plaza pública que ya no es sólo suya 

Miguel A. Rocha Valencia 

Sin duda vendrán actos de desagravio, marchas multitudinarias y hasta “pruebas” para desacreditar la legitimidad de la marcha-concentración con que el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAAA) respondió al desafío del tlatoani olmeca de reunir a 100 mil mexicanos en el Zócalo de la Ciudad de México. Lo hizo en 72 horas, en paz, sin gritos, sin agresiones ni acarreados. 

Eso, independiente de lo que venga, debió lastimar en lo más profundo al profeta tabasqueño y a la dirigencia de la 4T a quienes ahora les urge más modificar las condiciones legales para consolidarse en el poder. Es decir que intentarán modificar todo aquello que les estorbe en la norma jurídica para afianzarse y cumplir sus planes. 

Para ello darán celeridad al control del dinero público con la desaparición de los fideicomisos, el manoseo de la ley de Ingresos y presupuesto de egresos a modo, el sometimiento de los todos los organismos autónomos (a los poderes de la República ya los tiene) pero, sobre todo, se irá contra la prensa libre que aún es capaz de criticar las acciones de un gobierno cada vez más autoritario. 

Claro, todo eso tendrá una factura que, conforme a la ley vigente, la Cuarta tendría que pagar, pero si logran las modificaciones Constitucionales que se avecinan, podrían hacer legal lo que hoy no es. 

El pago será la pérdida del poder donde muchos de quienes hoy lo ejercen doblegados a los designios del inquisidor de Palacio Nacional, también tendrían que rendir cuentas más allá de la ignominia que ya pesa sobre ellos, como los seis ministros que aprobaron la mentada consulta ciudadana por sobre la Constitución y leyes secundarias. 

Por lo pronto FRENAAA, estemos totalmente o no de acuerdo con sus dirigentes o los fines que persigue, enarbola un movimiento que no son capaces de asumir organizaciones políticas con registro y pagadas con nuestros impuestos. Se atrevió, tomó el desafío y sin duda preocupó severamente a la Cuarta, pues esas voces convocadas, se escucharon hasta Macuspana. 

Las reacciones, groseras como de costumbre, son de descalificación e ilegitimidad. López no se va a ir, hará desafíos, apuestas mayores, pero no se irá, tal vez ni siquiera dentro de cuatro años como lo marca –todavía-, la Constitución. Podría ser que, para entonces, la consulta, la proclama popular someta al actual estado de Derecho. Ese es el fin, la permanencia, no juzgar a personajes del pasado. 

Ese es el real peligro, de ese nivel es la gravedad de lo que hicieron constitución seis sujetos vestidos con toga y que se autoproclaman guardianes de la Ley y que en la mayor desvergüenza, renunciaron a su dignidad de juristas. Torcieron la norma y como pago, seguramente tendrán su permanencia en una SCJN que dejó de ser cabeza de un poder autónomo de la República. 

Pero para que eso ocurra, tendrán que pasar muchas cosas, más allá del control férreo que ya tiene el gobiernito de López de varios medios de comunicación entre televisoras, radiodifusoras, periódicos y páginas web. 

Tendrán que reprimir la voz de quienes se atreva a contestar, discrepar y defender desde trincheras, tal vez muy modestas, el derecho a expresar las ideas. Deberán acallar voces como las que se reunieron el sábado pasado en el Zócalo y que resultaron ausentes para televisoras, La Jornada y otros medios que según decían, defendían las causas sociales y hoy son cómplices de un régimen, que tarde a temprano los va a traicionar ya sometidos al vasallaje. 

Lo del sábado pasado, abrió una puerta hacia liderazgos separados del poder político. Le gritaron al peje en la misma plaza pública que quiere secuestrar que se fuera, que hay quienes no lo quieren como presidente, tal vez porque no lo ha sido. 

Tampoco lo quieren como líder del único movimiento de masas. Abrió FRENAAA una ventana a la disidencia a la unificación de inconformidad de una manera masiva y cuidado, eso podría hacer que la iniciativa de consulta, se vuelva en un arma contra su propio creador, pues la calle ya no es sólo suya sino de grupos y organizaciones sociales se sienten agraviados con su forma de “conducir” al país. 

En este sentido, el pontífice, el oráculo tabasqueño, se está convirtiendo también, en un factor de unidad no de la oposición oficial y partidista, sino de la sociedad abandonada, ofendida y golpeada que lo repudia.