- Sin avances por culpa de los “otros”; desvíos y ahorros
Miguel A. Rocha Valencia
Ahora le tocó al Congreso de la Ciudad de México desviar 400 millones de pesos de su presupuesto para apoyar el proyecto de la Universidad de la Salud del gobierno federal. Desvío porque el dinero etiquetado para el gasto de la primera legislatura local se destinó a un fin que no era el ordenado en el Presupuesto de Egresos de la Federación.
Otras dependencias e instituciones aportarán también para cristalizar el proyecto que, primero se inauguró, se puso en marcha, pero en el aire y sin recursos propios. La toma de dinero presupuestal para fines para los cuales no fue etiquetado, es delito.
Y como eso, habría que anotar el 78 por ciento del dinero presupuestado para gasto ya sea en inversión, mantenimiento o nómina del gobierno federal, ya que los 178 mil 46 contratos, pero los de la cuarta, purificados por el pontífice tabasqueño, no son imputables por la ley y menos por la Secretaría de la Función Pública, donde el 91 por ciento de sus contratos en 2019, los otorgó de manera directa, sin observar las reglas que la dependencia debía vigilar.
En cambio, la secretaria, Eréndira Sandoval Ballesteros, se da vuelo acusando cual fiscal, a la encarcelada ex titular de Sedesol, Rosario Robles Berlanga y exime de cualquier falta a Manuel Bartlett Díaz.
Esa es la nueva moral, donde López desde el olimpo de Palacio afirma que “no soy como los otros” y, sin embargo, violan reiteradamente las leyes, especialmente aquellas diseñadas para evitar y combatir la corrupción.
No pecan, son impolutos; están más allá de todo mal y cualquier asomo de corrupción, es de los otros, no de ellos. Menos aceptan culpas o responsabilidades. Lo mal que va el país en todos los sectores, es herencia de la mafia, de los conservadores, los corruptos de ayer.
En tanto, México se hunde, se postra ante el poder de Estados Unidos con un tratado que los de la Cuarta habían satanizado y que nos convierte en importadores de productos a cambio de enviar materias primas. El viejo esquema de dominación económica con una dependencia cada vez mayor.
Hoy, también se cede abiertamente economía política y territorial; se aceptan injerencias que en otros tiempos fueron criticadas y satanizadas por quienes están en el poder y lo peor, es que no lo aceptan, como tampoco sus errores garrafales en seguridad, salud, obra pública, en conducción política del país.