- López hará lo que le ordenen de EU en reapertura de economía
Miguel A. Rocha Valencia
Sin necesidad de sesudas lucubraciones, sabemos que la economía mexicana iniciará su reapertura no cuando lo pidan empresarios o comerciantes mexicanos, sino cuando Donald Trump se lo ordene a López Obrador.
No importará, porque simplemente no le interesa a ninguno de los dos presidentes, el número de muertos, enfermos o secuelas negativas que traiga la reapertura. El tema fundamental es que López obedece al gringo y que él lo puede sostener en el poder si hace lo que le ordena.
Se lee muy grosero el argumento, pero las señales son claras para quien esto escribe. Fue Trump quien autorizó a Enrique Peña Nieto el triunfo de López, así como en su momento Ernesto Zedillo recibió la instrucción para “reventar” al candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa y permitir un triunfo amplio de Vicente Fox.
De otra forma, el sistema mexicano hubiera operado para impedir el acceso opositor a la Presidencia de la República. Siempre lo ha hecho. Y todos sabemos que Zedillo y Peña, llegaron al poder muy cuestionados.
Pero más allá de esa teoría en la cual hay antecedentes objetivos para presumirla cierta, el paso de López rumbo al poder se marca con la designación de candidato oficial, como en su momento fue Labastida, de un candidato mediocre y sin apoyo partidista como José Meade Kuribreña.
En el caso de López también está la visita de Trump a Peña en pleno proceso electoral y los posteriores contactos con el yerno del estadounidense, Jared Cushner.
Se cumplió lo dicho por Robert Lansing, secretario de Estado de Woodrow Wilson, cuando aseguraba que sólo bastaba controlar a un solo hombre: el presidente, para someter a México y sin necesidad de disparar un sólo cartucho. Se ve que Trump sabe de historia.
Tal vez también lo sepa López y por eso es “gallo” cuando se enfrenta a los mexicanos, ofende a periodistas y medios, desoye y descalifica a empresarios, pero cuando le truenan los dedos desde el norte, atiende presuroso.
Por eso el “Peje” adoptó la misma línea discursiva del gringo frente a la pandemia: la minimizo, quiso ignorarla y aprovecha la coyuntura para trabajo electoral. Otros antecedentes de sumisión fue cancelar el Aeropuerto Internacional que sería competencia de conectividad para Houston, Los Angeles y Panamá; la creación de la Guardia Nacional para detener el flujo de migrantes y la insistente construcción del Tren Maya.
Ahora, tanto por el Pentágono como de otras dependencias de EU, se insiste en la apertura de subsidiarias, maquiladoras, alimentadoras de empresas de aquél país a pesar de que de este lado ya van más de 350 muertos por COVID-19 en fábricas de Baja California y Ciudad Juárez.
Lansing decía:
“México es un país extraordinario, fácil de dominar porque basta con controlar un sólo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia a un ciudadano americano ya que esto llevaría otra vez a la guerra.
La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y el respeto al liderazgo de Estados Unidos.
Con el tiempo esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes, finalmente se adueñarán de la presidencia; entonces, sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos.
Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros.”