- La 4T se convirtió en un gobierno al que no le importa nada ni nadie, sólo su proyecto
Miguel A. Rocha Valencia
Este año cerrará con cerca de 125 mil muertos oficiales por Covid-19 y un millón 400 mil contagiados, pero para la 4T eso no es importante, lo sobresaliente y aprovechable de esta catástrofe, será lo que políticamente pueda cosechar.
Lo que le queda como “anillo al dedo”, es utilizar la desgracia de cientos de miles de mexicanos para justificar su presencia a través de dádivas que carecen de estructura de programas y la politización de las vacunas anti SARS-CoV-2 que a cuentagotas llega al país y monopoliza el gobierno para decir que gracias a él, llegará a todos los mexicanos.
Ya sólo falta que los seguidores del profeta de Macuspana, proclamen como un triunfo el suministro de la vacuna anti influenza que desde Felipe Calderón se contrató y se aplica anualmente, de manera gratuita y universal a millones de mexicanos.
La verdad es que se confirma la visión de un gobierno perverso que ve en la pobreza y la desgracia del “pueblo bueno”, la oportunidad de consolidarse no como un sistema político, sino como una doctrina donde se exige a cambio de sus “favores”, una obediencia ciega que debe reflejarse en un voto de confianza.
El Ganso de Palacio Nacional, así lo exige a cambio de limosnas, pregona que gracias a él, rescatará de las garras de la pobreza, la muerte y la enfermedad a quien lo siga, cuando es precisamente su incapacidad para gobernar, la causante de la ruina de México como país.
Porque más allá de las mentiras de las mañaneras, está una realidad lacerante, la que nos hace vivir casi con pavor ante la inoperancia de políticas de salud, donde el costo en muerte y dolor, son parte de su presupuesto, como lo son los 60 mil asesinatos en materia de seguridad, a los que se suma la inacción cómplice contra los cárteles del crimen, que no sólo se distinguen por el tráfico de drogas, seres humanos, armas e hidrocarburos, sino también por la violencia que son capaces de generar impunemente gracias a una nula política que se reduce a “abrazos, no balazos”.
Sin duda es siniestro que los acólitos de muerte del tlatoani tabasqueño, presuman como logro o cortesía de Morena la pírrica importación de vacunas, que no alcanzan siquiera para una mínima parte del personal de salud, que a este paso tardará semanas o meses para ser inoculado; ni qué decir de los 130 millones de mexicanos.
La incapacidad los lleva a festinar lo que no ocurre, secretarios y subsecretarios de Estado festejando como gran logro la llegada de miserables tres mil dosis; dirigentes de Morena, restregando en la opinión pública que es gracias a ello y su gobiernito que siguen llegando las dosis, pero no aceptan la responsabilidad de que por su mala gestión, hay cerca de 125 mil muertos y que miles más fallecerán en tanto no se cubra un alto porcentaje de la población con el remedio.
Debería darles vergüenza, pero no la tienen, insisten en medrar políticamente con la muerte, la tragedia de un pueblo donde muchos confiaron en ellos y aún hoy los defienden a pesar de la realidad que los muestra como los peores para gobernar, además de corruptos, incapaces y perversos.
No sabemos si eso lo pagarán en las urnas quienes hoy son gobierno y se ocultan en los que ya se fueron para justificar sus incapacidades. Pero donde no hay duda es que sus nombres no los vamos a olvidar; estarán escritos y tarde o temprano la justicia los va a alcanzar y los llamarán así: perversos.
Porque también hay una gran perversión y mentira en el anuncio del partido oficial en el sentido de que donará el 50 por ciento de su gasto electoral. Mil millones de pesos, una limosna frente a los 700 mil millones destinados a los programas sociales sin posibilidad de evaluarlos y comprobar su entrega. Eso, más los “ahorros” del Ganso por billón 500 mil millones, cuyo destino se desconoce.
Eso sin contar lo que en millones de pesos significa la propaganda de las mañaneras, donde el caudillo macuspanense se lanza a nivel nacional contra los “enemigos del pueblo”, a la oposición política, a los periodistas, medios, instituciones públicas, empresarios e intelectuales. Si eso no es perverso, por lo menos es vil y bajo.